Jerusalén, la desamparada, la mujer estéril y desolada, la viuda del capítulo 54, llegará a ser la desposada (v. 4), la deseada, no desamparada (v. 12). El Señor, su Esposo, podrá regocijarse de nuevo respecto de ella. Mientras tanto, vigilantes guardas están colocados sobre los muros con una consigna: “Los que recordáis de Jehová (sus promesas), no toméis vosotros descanso” (v. 6, V. M.). Fieles a esta consigna, los creyentes judíos, en el tiempo del fin, clamarán a Dios: “Acuérdate de tu congregación, la que adquiriste desde tiempos antiguos, la que redimiste…” (Salmo 74:2).
Amigos creyentes: cada uno de nosotros ha sido colocado igualmente por el Señor en tal o cual lugar y ha recibido una misión que cabe en dos palabras: “Velad y orad” (Mateo 26:41; 1 Pedro 4:7). Nuestras oraciones son aguardadas allá arriba y ricas respuestas les están preparadas. ¿No tenemos también importantes temas que recordarle al corazón de nuestro Padre celestial? Por ejemplo: su Iglesia universal con su «expresión» en nuestra ciudad o nuestra aldea. No callemos, ya que hoy tenemos el privilegio de formar parte de los que hacen recordar al Señor. Cosa muy conmovedora, Dios habla como si nuestras oraciones le fuesen necesarias para recordar sus promesas. ¡Qué condescendencia!
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"