¿Quién es y de dónde viene el que surge aquí, espléndido y temible? ¿Por qué sus vestidos están manchados con sangre? ¡Ay, es el ejecutor de ese terrible “día de la venganza” (Lucas 21:22), quien vuelve, su tarea cumplida! (v. 4; cap. 61:2). Los pueblos, en su suprema rebelión, se habrán concentrado sobre el territorio de Edom, alistados para el asalto final contra Dios y contra los suyos (véase cap. 34:6). Pero será para ser aplastados allí, de la misma manera que, otrora, los vendimiadores pisaban la uva en el lagar.
Tal vez tengamos dificultad para reconocer en ese implacable Justiciero a nuestro bondadoso Salvador. Es que su servicio para la gloria de Dios comparte estos dos caracteres. Él estuvo solo en la cruz; aquí está solo para el juicio (v. 3). “Hermoso” (v. 1), obra “con el brazo de su gloria” (v. 12). Se hace “un nombre glorioso” (v. 14) y habita en “gloriosa morada” (v. 15). “En tu gloria sé prosperado, cabalga sobre palabra de verdad, de humildad y de justicia…” como está dicho en el versículo 4 del Salmo 45, a propósito de ese mismo juicio.
Una nueva y última división del libro empieza en el versículo 7 con el recuerdo de las misericordias y las alabanzas del Señor. No faltemos a ese deber, cada uno por su propia cuenta.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"