El comienzo de este capítulo tiene un interés muy particular. Es el pasaje que el Señor Jesús escogió para leer y meditar en la sinagoga de Nazaret (Lucas 4:16-21). Pero notemos un detalle de la mayor importancia: Jesús interrumpió su lectura en medio de la frase, antes de la mención del día de la venganza. Solo la primera parte de su ministerio (el de la gracia) se había cumplido “delante de ellos” (es decir, los judíos). Lo que sigue, a saber, el juicio, estaba suspendido y lo está todavía hoy. Allí donde nuestro texto tiene solo una coma, Dios ha hallado el medio de intercalar ya casi dos mil años de paciencia.
Empero, esa venganza no es tampoco la última palabra de la frase. Está seguida de consolación y de gozo para los fieles del remanente. Como Job, al final, poseerán el doble (v. 7), esta doble fertilidad ya anunciada por el nombre de Efraín (Génesis 41:52, V. M., nota). “Tendrán perpetuo gozo” (v. 7).
En contestación a estas promesas, la voz del redimido se eleva, diciendo:
En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia… el Señor hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones (v. 10-11).
El creyente de hoy ¿no estará motivado de la misma manera para alabar al Señor y regocijarse en Él?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"