Introducción a la Biblia

Introducción

Escribir una introducción a la Biblia es una empresa ciertamente difícil y extremadamente seria. No podría ser de otro modo, tratándose de presentar

  • un libro que encierra el conjunto de todos los pensamientos de Dios y de todos sus designios relativos al hombre, así como su determinado propósito en cuanto a Cristo y al hombre en Él;
  • un libro que da a conocer, al mismo tiempo, lo que es Dios, cuál es la responsabilidad del hombre hacia Él, lo que Él hizo por el hombre y las nuevas relaciones de este con Dios, en las cuales entra por Cristo;
  • un libro que revela la naturaleza moral de Dios y las economías durante las cuales Él se glorifica ante los cielos y sus habitantes;
  • un libro que revela los secretos del corazón humano y que, al mismo tiempo, pone al descubierto ante él las cosas invisibles;
  • un libro que comienza en el punto donde el pasado toca la eternidad y que nos conduce, a través del despliegue y la solución de todas las cuestiones morales, al momento en que el porvenir se pierde en la eternidad según Dios;
  • por último, un libro que sondea las cuestiones morales en la perfecta luz de Dios plenamente revelado y nos da a conocer los fundamentos de nuevas relaciones con Él según lo que Él es en sí mismo y según lo que Él es en amor infinito.

Tomar tal libro para mostrar el encadenamiento de sus diversas partes, su relación entre ellas y con el conjunto, a fin de revelar los designios de Dios, es una tarea difícil, pues uno se encuentra en presencia de los mismos pensamientos de Dios.

¡Cosa, en efecto, digna de toda admiración es este divino paréntesis abierto entre la eternidad pasada y la futura! Durante su curso, la febril actividad del hombre caído se despliega, a instigación de aquel que ejerce el poder de la mentira y del homicidio, en pensamientos que perecerán, mas también, durante este mismo período, la naturaleza y los pensamientos de Dios, su ser moral y su propósito determinado –hasta entonces escondidos en Él desde la eternidad– se revelan y se cumplen por medio de su Hijo, al mismo tiempo que ponen al hombre a prueba y manifiestan lo que él es, a fin de ser revelados, como resultado final, en una eternidad de gloria en la cual Dios, rodeado de benditas criaturas hechas capaces de conocerle y comprenderle, se manifestará como luz y como amor en el fruto de sus pensamientos eternos e imperecederos. Entonces, todo lo que haya sido hecho por su gracia y su sabiduría a través de las cosas que ocurren aquí abajo, será puesto en evidencia mediante sus frutos gloriosos y eternos; entonces Dios –Padre, Hijo y Espíritu Santo, conocido por sí mismo antes del principio de los tiempos– será conocido por innumerables seres dichosos, conocido por ellos merced al goce de su propia felicidad, cuando el tiempo ya no exista más. Este mundo es el escenario en el cual todo lo que se hace concurre a ese fin y el corazón del hombre es el lugar donde todo ocurre y se realiza moralmente, con tal que Dios (en quien, por quien y para quien son todas las cosas) more en él por su Espíritu para darle inteligencia, y siempre que Cristo, objeto y centro de todo lo que Dios cumple, sea también su único objeto. Ahora bien, la Biblia es la revelación que Dios nos ha dado de todo ese maravilloso sistema y de todos los hechos relacionados con él. ¿Es de extrañar que se retroceda ante la tarea de exponer tales cosas? Mas nosotros tenemos relación con un Dios de bondad, quien se complace en ayudarnos en todo aquello que pueda servirnos para comprender la revelación que a Él le agradó darnos sobre sus pensamientos.