No fue la opresión del Salmo 129 sino el sentimiento del pecado el que colocó al alma del justo en lo “profundo” (Salmo 130:1). Sin embargo, por más bajo que se sienta, siempre puede invocar a Dios.
Hay… abundante redención en él
(v. 7).
El versículo 4 nos extraña tal vez. Nos parecería que el perdón tiene más bien el efecto de disipar el temor. Pero ¡es a la inversa! «El conocimiento de la gracia –escribió alguien– da al trabajo de conciencia su verdadera profundidad. Porque nos damos cuenta del horror de nuestra situación solamente al medirla con el esfuerzo desplegado por nuestro Salvador para sacarnos de ella» (leer Romanos 6:14 y 1 Pedro 1:17-19).
Salmo 131. Las pruebas de un creyente contribuyen útilmente a humillarle y a quebrantar su voluntad propia (v. 1). Dios las permite, y él debe someterse. Cuando lo que él amaba le ha sido quitado, su alma se halla como “destetada” (v. 2). Se parece a un niño bruscamente privado de la leche materna, pero que permanece cerca de su madre. En el momento no puede comprender que esto condiciona su crecimiento. Así el Señor, a veces, juzga necesario quitarnos lo que nos parecía precioso e indispensable, para obligarnos a esperar solo en Él (v. 3; volver a leer los v. 5-7 del Salmo 130).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"