Salvado inesperadamente – Seguridad en Dios

Salmos 124 – Salmos 125

Los Salmos 120 a 123 nos han descrito al pueblo bajo la opresión. Los Salmos 124 y 125 nos hacen asistir a su liberación. Esta se debe –el fiel se complace en repetirlo– solo a la intervención de Jehová. Sin ella, hubiera sido tragado (Salmo 124:3), sumergido (v. 4-5) y devorado (v. 6). Pero si Dios está “por nosotros”, ¿qué podrán hacer los que se han levantado “contra nosotros”? (v. 2; Romanos 8:31). El Señor sabe arrancar a los suyos del terrible lazo de los cazadores (v. 7). Estos últimos corresponden proféticamente al Anticristo y al asirio, agentes de Satanás contra el remanente de Israel. Para nosotros evocan a los enemigos de nuestras almas. Si ponemos nuestra confianza en Cristo, Él nos hará escapar del lazo, es decir, “del pecado que nos asedia” (Hebreos 12:1; Salmo 91:3).

La confianza es precisamente la primera nota del Salmo 125; confianza en el que tiene poder de guardarnos “sin caída” (Judas 24). Al apoyarnos en el Señor, no vacilaremos (v. 1). Pero, para andar bien, no basta que nuestros pies estén firmes, es también necesario que nuestro camino sea recto. No imitemos “a los que se apartan tras sus perversidades” (v. 5). Y no olvidemos que, antes de manifestarse en el andar, la rectitud debe morar en el corazón (v. 4).

Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"