Era de suponer que en la lista de los enemigos de Israel halláramos a Edom (aquí Duma o Idumea). La profecía que le concierne es tan breve como solemne. El fiel centinela colocado según la orden de Jehová (cap. 21:6) es interpelado por los burladores de Seír: "Guarda, ¿qué de la noche?" (v. 11). Pero la respuesta es a la vez seria y apremiante: "La mañana viene…Viene para los que la aguardan" (Comp. Romanos 13:12).
“Y después,” la noche ¡la eterna noche de los que están perdidos! Cristianos, seamos centinelas vigilantes, conscientes de nuestro servicio en favor de los pecadores para exhortarlos: “Volved, venid”. Vayamos al encuentro de aquel que tiene sed para llevarle agua (v. 14).
Después de la profecía sobre Arabia, país cuya gloria también ha de acabarse, el capítulo 22 se dirige al “valle de la visión”. Esta vez reconocemos en él a la misma Jerusalén en su estado de incredulidad. ¡Descripción trágica e impactante! La ciudad entera está en efervescencia, la gente se concentra en los terrados para asistir a su desastre. Todas las imaginables precauciones ¿no habían sido tomadas? (v. 8-11). Sí, por cierto, salvo la única que hubiese sido necesaria: mirar hacia aquel “que lo hizo”, hacia Jehová su Dios.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"