El capítulo 20 completa “la profecía sobre Egipto”. Al caminar desnudo y descalzo, el profeta anuncia el lúgubre paso de los cautivos egipcios y etíopes deportados por el rey de Asiria, el cual era experto en esos traslados de poblaciones. Entonces Israel (“el morador de esta costa”) verá con espanto y consternación que fue en vano confiar en el pueblo de Faraón para ser liberado del temible asirio (Salmo 60:11, final).
El capítulo 21 empieza con “la profecía sobre el desierto del mar”. Se trata de nuevo de Babilonia. Durante lo que ella llama “la noche de mi deseo”, los medos y los persas (Elam) otrora pusieron fin brutalmente a su imperio y a su opulencia (v. 4; véase Daniel 5:28-31). Pero esta profecía tiene una aplicación futura como la del capítulo 13 (Lucas 21:35).
En el versículo 6 del capítulo 21 el profeta es invitado a colocar centinela. Sus consignas son: ¡Escuchar (V. M. y otras) diligentemente y gritar! En un ejército, el centinela ocupa un puesto de confianza. Su responsabilidad es considerable. Dos deberes le incumben: Velar y advertir (véase Ezequiel 3:17-18, en contraste Isaías 56:10). ¿No tiene cada creyente esas mismas responsabilidades? ¿Las cumplimos fielmente respecto de los pecadores de este mundo y frente a nuestros hermanos?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"