Ahora Egipto tiene que oír una profecía amenazadora: guerra civil, tiranía de un cruel déspota, como otrora el Faraón, desecamiento del Nilo, el cual es la arteria vital, la riqueza y el orgullo del país (Ezequiel 29:3). He aquí lo que principalmente aguarda a ese enemigo de Israel.
Estos príncipes de Zoán y de Menfis nos ofrecen la imagen de los hombres de este mundo. Se creen sabios y no son más que necios (v. 11; comp. Romanos 1:22) porque rehúsan escuchar al Dios que se reveló. Al mismo tiempo dan crédito a todas las posibles formas de superstición (comp. v. 3). Por otra parte, es de notar que, paradójicamente, los peores incrédulos son, a menudo, los más crédulos. Esto se explica perfectamente: sin darse cuenta de ello, están enceguecidos y seducidos por Satanás, el señor duro y rey violento (v. 4; 2 Timoteo 3:13) que domina sobre ellos, engañándolos. Pero la gracia de Dios todavía tendrá algo que decir, aun para Egipto. Al lado de Israel, la particular heredad de Dios, en la bendición milenial habrá lugar para Egipto y Asiria, otrora enemigos del pueblo de Dios, pero figuras del mundo, el cual será entonces enteramente sumiso al Hijo del Hombre (Génesis 22:18).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"