Siete tribus faltan por recibir su herencia. Josué ordena hacer la cuenta catastral del país y distribuye las parcelas por sorteo. Naturalmente Dios dirige la suerte según su voluntad. El azar no existe, y un cristiano nunca debería invocar la suerte o la mala suerte.
En el Salmo 16 oímos a alguien (Cristo mismo) que declara:
Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado (v. 6).
Ejercitémonos en descubrir la belleza y riqueza de todo cuanto Dios nos ha dado en Cristo. ¡Y seamos agradecidos! (Colosenses 3:15). Josué, que pertenece a la tribu de Efraín, da el ejemplo a sus hermanos escogiendo su herencia en el monte que ellos habían despreciado (cap. 17:16). Y esa herencia lleva un nombre significativo: Timnat-sera quiere decir «porción abundante».
Las largas listas de ciudades nos recuerdan que nosotros, cristianos de entre las naciones, estábamos “alejados de la ciudadanía de Israel”. Pero ahora hemos “sido hechos cercanos por la sangre de Cristo”, hemos llegado a ser “conciudadanos de los santos” (Efesios 2:12-13, 19). “Nuestra ciudadanía está en los cielos” (Filipenses 3:20). Pronto habitaremos la ciudad celestial.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"