Verdaderamente insensato es el que, pese a todos los testimonios que Dios ha dado acerca de su poder y de su amor, cierra los ojos, endurece su corazón y declara: “No hay Dios” (v. 1; Salmo 10:4; Jeremías 5:12). Pero, si bien no todos los hombres son ateos, a todos, sin excepción, les falta la verdadera inteligencia, pues ninguno busca a ese Dios cuya existencia reconoce, salvo si deja que Él mismo obre en su corazón. No es brillante ese cuadro de la humanidad tal como Dios puede verla desde los cielos. Pero, no lo olvidemos, esa raza, rebelde y corrompida por naturaleza, es la mía y la suya.
Después de la triste comprobación del Salmo 14: “No hay quien haga lo bueno”, el Salmo 15 puede con razón hacer la pregunta: “¿Quién habitará en tu tabernáculo?”. El capítulo 3 de la epístola a los Romanos, el cual cita los versículos 1 a 3 del Salmo 14, revela luego la maravillosa verdad que nos concierne: de entre estos hombres, a todos los cuales se los presenta como pecadores (v. 10-12), Dios justifica gratuitamente a todos los que creen en Él (v.22-26).
Los caracteres del israelita fiel son también los que la gracia debe producir en el cristiano: justicia y verdad en el andar, en los hechos y en las palabras; benevolencia para con el prójimo; apreciación del bien y del mal según la divina medida (leer Isaías 33:15-16).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"