Dos veces ya, Job había reclamado la intervención de un árbitro (o mediador)… (cap. 9:33; 16:21), ¡deseo que se cumple! Eliú va a ser para él el intérprete de los pensamientos de Dios. Este papel –Job lo había comprendido– solo podía ser cumplido por un hombre como él (cap. 9:32). “Heme aquí a mí en lugar de Dios, conforme a tu dicho; de barro fui yo también formado” (Job 33:6), responde Eliú. La Palabra nos enseña que hay
Un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre…
(1 Timoteo 2:5).
¡Profundo misterio de la humanidad del Señor, sin la cual tampoco habría podido hacerse el intérprete del hombre ante Dios!
“En una o en dos maneras habla Dios…” (v. 14). Después de haber hablado por medio de los profetas, Dios habló por el Hijo. ¡Qué atención hubiera tenido que prestar el mundo a semejante lenguaje! (Hebreos 1:1-2; 2:1). No obstante, nuestro versículo 14 prosigue así: “…pero el hombre no entiende” (o considera). Sí, ¡tan grande es la indiferencia y la dureza del corazón del ser humano! Por eso la misma epístola advierte solemnemente: “Mirad que no desechéis… al que amonesta desde los cielos” (Hebreos 12:25). Por medio de una breve sentencia, Eliú pone a un lado todos los razonamientos: “Mayor es Dios que el hombre” (Job 33:12). Y no tiene que dar cuentas a este último (v. 13).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"