Se abre un nuevo debate. Cada interlocutor volverá a tomar la palabra en el mismo orden que la primera vez. Golpe tras golpe, los tres compañeros hundirán su acusación en la conciencia de Job como se hace penetrar un clavo: «Eres un hipócrita, un hombre astuto. Si no fueses culpable, no te defenderías con tantas palabras» (v. 5-6). «El que se excusa, se acusa», dice el proverbio.
Los tres amigos de Job son moralistas, cada uno con su teoría y su método. Elifaz se apoya en la experiencia humana: en lo que sabe (v. 9) y en lo que ha visto (v. 17). Bildad, en cambio, se refiere gustoso a las antiguas tradiciones (por ejemplo: cap. 8:8). En cuanto a Zofar, hemos notado que sus argumentos se inspiran en el más puro legalismo. Pero ninguno de los tres se funda en lo que Dios ha dicho. Ya que tienen solamente esas bases inciertas, no nos extrañemos si yerran “ignorando las Escrituras”… (Mateo 22:29). La Palabra de Dios es la única fuente en la cual podemos confiar para nosotros mismos y para ayudar a los que están colocados en nuestro camino. Un joven, hasta un niño que la conoce, tiene más inteligencia que un anciano con canas (Job 15:10) que se apoya solamente en su propia experiencia (Salmo 119:99-100).
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia
(2 Timoteo 3:16).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"