Cada discurso de sus amigos da lugar a una contestación de Job. Se da perfectamente cuenta de que su excesiva aflicción le hace pronunciar “palabras precipitadas” (v. 3). Desconfiemos de las palabras que somos capaces de pronunciar bajo la presión de la excitación… o de la ira (Proverbios 29:20). “¿Cuál es… mi fin para que tenga aún paciencia?” pregunta Job en el capítulo 6:11. “La paciencia de Job”, de la cual la epístola de Santiago da testimonio, había resistido solamente hasta la sexta prueba. Y antes de que pudiese conocer “su fin”, o más bien el maravilloso “fin del Señor” (su meta) para con él, era precisamente necesario que esa tuviera “su obra completa” en él. Es la prueba de la fe la que producirá esa obra (Santiago 1:3-4; 5:11). Como Job, estamos siempre apresurados por conocer el propósito de lo que nos ocurre. Pero Dios, en su sabiduría, generalmente no nos lo revela de antemano, a fin de enseñarnos la verdadera paciencia, la que no necesita comprender para someterse y contar con Él.
Job ha aprendido su primera lección, a saber, que no tiene socorro en sí mismo y que toda capacidad ha huido de él (v. 13). Es buena cosa haber entendido esto. Y no hace falta haber atravesado tantas pruebas como Job para estar convencido de ello. Creamos simplemente lo que la Palabra de Dios nos dice al respecto.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"