El tribunal de Cristo

Romanos 14:9-11

Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios. 
(Romanos 14:9-11)

Procuramos… serle agradables (al Señor). Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 
(2 Corintios 5:9-10)

 

La expresión “el tribunal de Cristo” se encuentra en Romanos 14:10 y en 2 Corintios 5:10. En el primero de estos dos pasajes tiene como propósito advertir contra juicios individuales, en el segundo su objetivo es motivarnos a hacer el bien.

El tema en sí es muy solemne y, a la vez, muy bendito, y tanto más cuanto mejor lo comprendamos. Creo que cada acto de nuestra vida se manifestará ante el tribunal, de modo que la gracia de Dios y sus caminos hacia nosotros en relación con nuestros propios hechos serán conocidos entonces. En Romanos 14:12 leemos que “cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí”. En este pasaje la Palabra menciona el tribunal en relación con la exhortación a los hermanos a no juzgarse unos a otros por motivos de días, comidas y cosas semejantes. Me inclino a pensar que solo los “actos” serán objeto de manifestación, pero todos los hechos particulares de nuestra vida dependen tan íntimamente de nuestros sentimientos interiores, que es, en cierto sentido, difícil distinguir los hechos de los simples pensamientos. Los hechos manifiestan la fuerza del pensamiento o del sentimiento.

Creo que la totalidad de nuestros hechos serán detallados ante ese tribunal, no para nosotros, como si estuviéramos en la carne, y de esta manera condenarnos, sino para revelar ante nuestros ojos la gracia que se ha ocupado de nosotros. En los designios de Dios fui elegido antes de la fundación del mundo, por eso pienso que toda mi historia será detallada ante el tribunal, y con ella la historia de la gracia y la misericordia de Dios para conmigo. El por qué y el cómo hicimos esto o aquello se manifestará entonces. La escena será declarativa y no judicial para nosotros. Ante Dios, ante sus ojos, no estamos en la carne; por su gracia hemos muerto en cuanto a nuestro viejo hombre. Pero si hemos andado según la carne, entonces debemos ver cómo o cuánta bendición hemos perdido en ella, qué pérdida hemos tenido. Por otra parte, y por primera vez, conoceremos y entenderemos perfectamente los caminos de Dios hacia nosotros, caminos de sabiduría, misericordia y gracia. La historia de cada uno será como una gran transparencia; veremos cómo cedimos y cómo él nos preservó, cómo nuestro pie resbaló y cómo él nos levantó, cómo estuvimos cerca del peligro y de la vergüenza, y cómo él intervino con Su propio brazo.

Será la Esposa quien se prepare, y será un tiempo maravilloso. Entonces no habrá carne para ser condenada; la nueva naturaleza entrará entonces en el pleno conocimiento del cuidado y amor que, en verdadera santidad y rectitud, e incluso en gracia, nos han seguido en cada paso del camino. Partes de nuestra vida, hasta ahora inexplicadas, serán descubiertas y se volverán perfectamente claras. Tendencias de nuestra naturaleza que quizá no juzgamos tan perniciosas y mortales como lo son realmente, y para cuya mortificación tal vez ahora podemos estar sujetos a una disciplina que no hemos sabido interpretar, serán entonces perfectamente explicadas. Y aún más, las mismas caídas que nos hunden ahora en tan amarga angustia, aparecerán entonces como los medios que Dios ha usado para preservarnos de algo más terrible.

No creo que, hasta entonces, lleguemos a tener pleno conocimiento de la maldad de nuestra carne. Cuán feliz es para nosotros saber que entonces no solo se acabará con la carne en el consejo de Dios, sino que la carne ya no estará unida a nosotros. Por otra parte, no me cabe duda de que la manifestación de la gracia de Dios será tan magnífica que incluso el sentimiento de la perversidad de la carne que teníamos, si fuera posible entrar allí, quedará excluido por la grandeza del otro sentimiento. ¿Por qué no negamos y mortificamos la carne cuando recordamos esta hora? Que el Señor nos dé la gracia de hacer más, para la gloria de su gracia. Este gran tema del tribunal lleva al alma a un profundo conocimiento de nuestra posición individual.

J. N. Darby

Complemento acerca del tribunal de Cristo

  • Aquel que haya sido fiel para apacentar la grey de Dios, recibirá como recompensa, “la corona incorruptible de gloria” (1 Pedro 5:2-4).
  • Aquel que haya sido fiel en la lucha y la carrera recibirá una corona “incorruptible” (1 Corintios 9:25).
  • “Todos los que aman su venida”, es decir, que no temen el día en que todo será expuesto a la luz ante “el Señor, juez justo”, recibirán “la corona de justicia” (2 Timoteo 4:8).
  • Quien haya soportado la tentación y resistido la prueba, quien haya sido “fiel hasta la muerte”, recibirá “la corona de la vida” (Santiago 1:12; Apocalipsis 2:10).

¡Ciertamente conviene vivir desde ahora anticipando la luz de ese día en el cual todo será manifestado!

Sacado de «La nueva vida del creyente», G. André