Bosquejo de Romanos

Romanos

La epístola a los romanos revela los eternos principios de las relaciones de Dios con el hombre, la manera como el creyente –por medio de la muerte y resurrección de Cristo– está introducido en la esfera de bendición y afianzado en ella; luego coordina estas cosas con la peculiaridad de las promesas hechas a los judíos por Aquel cuyos dones y vocación son irrevocables. En otras palabras, esta carta pone los cimientos de las relaciones del hombre con Dios en su gracia, sobre la base de la justicia.

Notas sobre la Epístola a los Romanos:

I. INTRODUCCIÓN – Cap. 1:1-17

Cristo es presentado al lector.
V. 1-7: Saludos
V. 15: “También a vosotros que estáis en Roma”, prueba que el cristianismo no se originó en Roma (véase Hechos 11:26).
V. 16-17: Resumen y tema de la epístola. “Mas el justo por la fe vivirá”.

II. PARTE DOCTRINAL – Cap. 1:18 al cap. 11.

1. Juicio del hombre. El apóstol demuestra que todo hombre es pecador y está irremisiblemente perdido. Hace el juicio, sobre el plan moral, de todo cuanto precedió al cristianismo. “La ira de Dios se revela desde el cielo” (cap. 1:18).

A. Condenación de los paganos o gentiles (cap. 1:18-32). Hechos culpables por:
– El testimonio de la creación (v. 20 y siguientes).
– El conocimiento que el hombre tenía de Dios (v. 28).
– El testimonio de la conciencia natural (v. 22-23). La mitología pagana.
Consecuencia: la ira de Dios; tres veces repite: “Dios los entregó” (v. 24, 26 y 28).

B. Los filósofos y moralistas (cap. 2:1-16).
Los filósofos quieren cambiar el plan moral, único valedero para Dios, por el plan intelectual.
Véase Hechos 17:18, donde los filósofos epicúreos y los estoicos disputaban con el apóstol Pablo.
Los moralistas (como Sócrates) crean una moral humana sin tener en cuenta la ley de Dios. Hacen lo que juzgan o prohíben en los demás (v. 1-2).
Consecuencia: La ira de Dios (atesorada) (cap. 2:5).

C. Los judíos (cap. 2:17 a 3:20).
Fueron hechos culpables por la ley de la cual se vanagloriaban, pero que transgredían, deshonrando así al Señor.
Esa misma ley los condena (cap. 3:10 y sig.).
Lo que vale para Dios es la realidad, la verdad (cap. 2:28-29).
Consecuencia: la ira de Dios (cap. 3:5).

2. Cómo justifica Dios al pecador

A. Los pecados, frutos del árbol malo (cap. 3:21- 5:11).
Se trata de lo que yo he hecho, los “pecados”, “iniquidades”, “delitos”.

a) La sangre de Jesús derramada por nuestros pecados (cap. 3:21-31).
Justificados por medio de la fe (cap. 3:22-24).
Propiciación por los pecados de los creyentes del Antiguo Testamento (cap. 3:25; véase Hebreos 9:15).

b) La resurrección de Cristo y sus efectos (cap. 4).
Nuestra justificación, prueba de la eficacia de Su muerte.
Aplicación de este principio de justificación a David y Abraham, las dos principales fuentes de bendición, para resolver una dificultad real de los judíos. Este argumento nos lleva hasta el poder de la resurrección.

3. Las bendiciones que se derivan de ello (cap. 5:1-11).

Tenemos paz para con Dios (v. 1).
Conocemos el amor de Dios por medio del Espíritu Santo (v. 5).
Nos gloriamos:
– en la esperanza de la gloria de Dios (v. 2),
– en las tribulaciones (v. 3),
– en Dios mismo (v. 11).

A. El pecado: el mal árbol (cap. 5:12 al cap. 8).
Se trata de mi naturaleza, de lo que YO SOY; la palabra “pecado” se repite 37 veces en esta sección (en la versión R.V.).
El apóstol considera las dos grandes «cabezas» de 1a humanidad, cuyos actos han sido manantial, uno de miseria (Adán), y otro de bendición (Cristo).

a) Por medio de Adán, el pecado y la muerte entraron en el mundo (cap. 5:12).

b) Cristo murió al pecado (cap. 6:10), y habiendo muerto Él, he muerto también con él (por eso aquí no se trata del perdón). La muerte acaba con “el pecado en la carne” (¿quién acusaría a un cadáver?). Hemos muerto en Cristo, tal es nuestra posición; pero debemos realizarla de modo práctico… (v. 11). ¿Cómo lo hacemos?

c) Cristo vive a Dios. Nosotros vivimos para Dios en Cristo Jesús, y debemos realizarlo (cap. 6:10).

Cap. 7: La ley se aplicaba a la vieja naturaleza, la cual ya no existe por la fe. La lección que se aprende por experiencia es: “En mí, esto es, en mi carne, no mora el bien” (cap. 7:18). Es el fin del hombre como hijo de Adán.

Consecuencias (cap. 8).

  • Características del Espíritu Santo:
    – poder de liberación y de vida (v. 10, 12-13),
    – prenda de la resurrección del creyente (v. 11),
    – prueba de la relación filial (v. 15-16).
  • Obra del Espíritu Santo: 
    – el Espíritu Santo que mora en nosotros, “las arras de nuestra herencia”, nos ayuda en nuestras debilidades.
  • Todo es seguro: 
    Dios es por nosotros como Aquel que da y justifica. Su amor por nosotros en Cristo permanece, a pesar de todo.
  • Enseñanza del capítulo 8:
    V. 1-12: Lo que Dios ha hecho de mí (nuestro estado en Cristo).
    V. 12-30: Lo que Dios es en mí (presencia del Espíritu Santo en nosotros).
    V. 31-39: Lo que Dios es por mí.
    «CRISTO muerto por los pecados, muerto al pecado, y nosotros en él como consecuencia de la redención: he aquí la doctrina de la epístola a los Romanos, que distingue claramente las dos partes de la misma». (J. N. D.)

4. Cómo concilia Dios dicho estado con el del hombre bajo la ley

Israel y el Evangelio: cap. 9 a 11.
Dios concilia las promesas hechas al pueblo de Israel con sus designios de misericordia:
– La soberanía de Dios (cap. 9:1-29).
– La responsabilidad del hombre (cap. 9:30 a 10:21).
– La futura restauración de Israel (cap. 11).

III. EXHORTACIONES – Cap. 12 al 15.

Exhortaciones prácticas en cuanto a la conducta del creyente:
– En la Casa de Dios: consagración y servicio (cap. 12).
– En el mundo: sumisión a las autoridades, amor al prójimo y pureza de vida (cap. 13).
– En la familia espiritual: tolerancia, conciencia y amor (cap. 14 y 15).

IV. SALUDOS CRISTIANOS – Cap. 16.

– Saludos personales (v. 1-16).
– Contra los falsos maestros (v. 17-20).
– Alabanza final (v. 24-27).