El Espíritu Santo

El lector no dejará de alcanzar la fuerza moral y la aplicación del santo principio, que tenemos el privilegio de que Dios el Espíritu mora en nosotros individual y colectivamente. Así es que en 1 Corintios 6:19, leemos:

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

Esto es individual. Cada creyente es un templo del Espíritu Santo y esta gloriosa y preciosa verdad es el fundamento de la exhortación dada en Efesios 4:30. “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.

¡Cuán importante es que recordemos esto constantemente! ¡Qué motivo moral más poderoso para que cultivemos con diligencia la pureza de corazón y santidad de vida! Cuando estamos tentados a permitir que nos lleve una corriente de pensamientos o sentimientos perversos, una indigna manera de hablar, una conducta indecorosa, ¡qué correctivo más poderoso pudiera hallarse que la realización del hecho bendito de que el Espíritu Santo mora en nuestro cuerpo como en su templo! Si siempre pudiéramos tener esto presente en nuestra mente, nos preservaría de muchos pensamientos descarriados, de muchas expresiones necias e inconsideradas y de muchos actos impropios.

Más no solo habita el Espíritu Santo en cada creyente, en particular; habita también en la Iglesia colectivamente.

¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
(1 Corintios 3:16).

Es sobre este hecho que el apóstol funda su exhortación en 1 Tesalonicenses 5:19: “No apaguéis al Espíritu”. ¡Cuán divinamente perfecta es la Escritura! ¡Cuán admirablemente concuerda entre, sí! El Espíritu Santo mora en nosotros individualmente, por eso no debemos contristarle. Mora en la Asamblea colectivamente, de aquí no debemos apagarlo, sino darle el puesto que le corresponde y dar ancho campo a sus benditas operaciones. ¡Que estas grandes verdades prácticas encuentren profundo asiento en nuestros corazones y ejerzan la más poderosa influencia sobre nuestra conducta, tanto en la vida privada como en la asamblea local!