El “escudriñamiento” da la idea de un propósito definitivo. Muchos leen la Biblia sin provecho, porque hacen esto sin un fin determinado. El lector que no busca nada, nada encuentra. Creo que sacamos más provecho cuando, nuestras almas interesadas en ciertos temas escritúrales y ejercitadas delante del Señor, acudimos a las Escrituras para averiguar si estas cosas son así.
Hay seguramente muchas cosas que nos afectan y sobre las cuales deseamos más o menos vivamente que se refleje la luz divina. Muchos hay entre nosotros que no conocen muy claramente las doctrinas de las Escrituras. Se suscitan preguntas acerca de ciertos detalles prácticos en nuestro modo de vivir. Seguramente todos nos hemos ejercitado en las experiencias del alma; y todas estas cosas nos obligan a “escudriñar las Escrituras”.
Acuérdense de que esto debe hacerse “cada día”. Insisto en que los cristianos deben estudiar diariamente la Palabra de Dios. No pueden mantener el vacío en su mente; si ésta no se ocupa de cosas divinas, se ocupará de cosas humanas o terrenales. La costumbre de escudriñar las Escrituras se desarrollará en ustedes a medida que sigan leyendo; pero si las descuidan, perderán pronto el gusto de estudiarlas. He oído decir a algunos creyentes, cosas como estas: «Quisiera poder disfrutar más de la Palabra de Dios. Cuando leo mi Biblia no me siento tan gozoso como otros. Oigo decir a algunos que el estudio de las Escrituras les produce un placer que yo no experimento».
A las personas que dicen tales cosas les preguntaría yo si leen con frecuencia la Palabra de Dios; si la leen una vez por semana o una vez cada mes. El que más lee la Biblia es el que más goza con su lectura y la vuelve a leer con mayor delicia. Por el contrario, el que descuida hoy la lectura tendrá mañana menos deseo de leerla, y así sucesivamente hasta que llegue a ser para él un libro insípido. Debemos ir acompañados de la Palabra de Dios cada día sin excepción. No es preciso leer mucho —quizás no tengan tiempo suficiente para ello— pero debemos leer diariamente.