«Prevenido, armado: estar preparado es la mitad de la victoria», dijo Cervantes: pero el estar preparado para encontrarse con Dios es la victoria completa.
Hay por lo menos tres razones importantes para estar preparado para encontrarse con Dios:
Primero: ¡Porque Dios es! A pesar de las dudas y los desmentidos de Su existencia, Dios es. Solo el necio dice en su corazón: “No hay Dios”. Es tan absurdo desmentir la existencia de Dios como decir que su reloj no tiene fabricante.
Lo absurdo de negar la existencia de Dios se revela en el incidente del farmacéutico quien, después de declarar con osadía a un grupo de creyentes, “no hay Dios”, llenó una receta.
Luego que la niña había entregado la receta y recibido la medicina se alejó de la farmacia, el farmacéutico revisó la receta y se dio cuenta de que había cometido un error fatal. El no conocía a la niña. Tembló al pensar en la muerte de un enfermo inocente.
El que pocos momentos antes a viva voz negaba la existencia de Dios, se arrodilló y clamó: “¡Oh Dios, no permitas que el enfermo tome esa medicina!”.
Mientras aguardaba entre esperanzas y miedo, la niña regresó llorando y dijo:
–Me caí y se ha roto la botella y toda la medicina se desparramó en la calle. Por favor deme más medicina. El farmacéutico muy aliviado exclamó: –Sí, hay un Dios e inmediatamente le entregó la medicina de acuerdo con la receta.
La segunda razón es: Nosotros debemos encontrarnos con Dios. Que creamos la Biblia o no, no cambia la verdad que “cada uno de nosotros dará a Dios razón de sí” (Romanos 14:12). Ya que Dios nos creó y nos dio las, maravillosas facultades que poseemos. Él tiene derecho absoluto de declarar qué nosotros le tenemos que dar cuentas a él. Por lo tanto, es cosa muy sabia el estar preparado para encontrarse cada uno con él de forma aceptable.
Una tercera razón: Si no estamos preparados para encontramos con él, nos irá muy mal. No solamente hay un cielo al que queremos ganar la entrada, sino que también hay un infierno que debemos evitar. Leemos de la bondad de Dios, así como de Su severidad (Romanos 11:22). Dios es Amor; pero también es Luz, “y no hay ningunas tinieblas en El” (1 Juan 1:5).
Por consiguiente, nos queda la pregunta: ¿Cómo puedo prepararme para encontrarme con Dios? Tal vez la respuesta te ha de sorprender: Aprovecha la provisión que Dios ha hecho para ti. La verdad es que él ha hecho todo lo necesario.
No basta decir: «Yo creo en Dios». Se nos dice que aun los demonios creen y tiemblan. Dios te ama a pesar de que odia tus pecados. Tus pecados te separan de Dios y no permiten que Sus múltiples bendiciones sean tuyas. El amor de Dios le permitió entregar a Su amado Hijo a morir por nuestros pecados. Cristo derramó Su preciosa sangre para la remisión de pecados.
Dios ha dado prueba de que está satisfecho con la obra expiatoria, levantando a Cristo de entre los muertos.
Ahora, en Su nombre se predica el arrepentimiento y la remisión de pecados. “Todos los que en El creyeron, recibirán perdón de pecados” (Hechos 10:43).
Si preguntas: ¿Cuándo he de prepararme para encontrarme con Dios?, la respuesta es una palabra: ahora. “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación”.
Cuando tú tomas por fe a Cristo como tu Señor y Salvador, estás preparado para encontrarte con Dios. Eres «acepto en el Amado».
Olvida por un momento las personas y cosas a tu alrededor y decide este asunto de suma importancia. ¿Será que con tu espíritu y tu entendimiento dirás?:
Yo creo, sí, yo creo,
Sí, Cristo por mí murió;
Por mí en la cruz su sangre dio
Mis males él quitó.