¿Conoce usted a Jesús?

¿Conoce usted personalmente a Jesús, el Hijo de Dios? El vino en medio de los hombres para hacerles todo el bien posible y encontró de su parte el menosprecio, el odio, hasta finalmente ser clavado en la cruz. Pero resucitó, está vivo y busca el contacto con usted.

Los hombres de nuestro tiempo se apartan de él como los de la época cuando estuvo en la tierra. Es la razón por la cual la situación del mundo es desesperada. La ciencia, la técnica, el progreso social, todos los esfuerzos del indiscutible genio humano no pueden hacer nada contra el mal moral que mina la humanidad y la lleva a la ruina. El egoísmo, la violencia, la inmoralidad conducen a los hombres. ¿Y adónde los conduce? Al juicio que anuncia la Palabra de Dios. Mas esta también nos dice que “no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado (Juan 3:17-18).

El nombre de Jesús

El nombre de Jesús significa: Dios Salvador.

Todos lo hombres sin excepción necesitan ser salvos porque son pecadores que merecen la muerte eterna. Mas Dios ha enviado un Salvador al mundo. Por él, todo hombre puede ser perdonado, hecho feliz, desde ahora y para la eternidad.

Muchos fundadores de religión han predicado el bien y formulado sabios preceptos, mas no eran capaces de aliviar a los hombres de sus faltas, ni librarlos del poder del pecado. Ningún moralista, ningún filósofo o místico puede hacerlo.

Jesús no enseña a los hombres cómo ellos se pueden librar. El mismo libra del pecado, del juicio y de la condenación a todos lo que se arrepienten y creen en él.

“Hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo Hombre, el cual se dio a si mismo en rescate por todos” (1 Timoteo 2:5-6). “Todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre” (Hechos 10:43).

La obra de Jesús

Venido por amor para ocuparse de su criatura doliente, el Señor Jesús, el santo y puro, continuamente ha sido confrontado en la tierra con las consecuencias del pecado. El era el Hombre de dolores.

Pero esta simpatía, por muy grande que haya sido, no podía mejorar nuestra naturaleza caída, ni hacer desaparecer la causa de todas nuestras desdichas, ni quitar nuestro pecado. Por eso yendo más allá en su obra de amor, Jesús ha cargado nuestro pecado mismo y no solamente sus consecuencias. “Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6).

En la cruz, él ha dado su vida santa por todas nuestras vidas culpables, él ha cargado con nuestros pecados como si fuesen los suyos. Él ha sido “hecho pecado por nosotros” (2 Corintios 5:21). “El mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 Pedro 2:24).

Por eso el Señor Jesús le ofrece ahora una liberación completa. La adquirió al preció de su sacrificio en la cruz. ¿Le rehusará usted?

La oferta de Jesús

El mundo prosigue su camino como si Jesús no existiera, como si su resurrección, su señoría, su próximo retorno fuesen pura imaginación. Algunos dirán: Cada uno está libre de tener sus propias ideas. En el tiempo presente, tal vez, sí. Solamente, y es por eso por lo que nos dirigimos a usted con tanta insistencia, no se puede ser incrédulo para siempre.

¡Ay de los que habrán querido permanecerlo mientras la gracia de Dios se le ofrecía! Será demasiado tarde cuando tendrán que aceptar la evidencia.

No habrá incrédulos cuando Jesucristo se levantará, investido de la autoridad de Juez soberano. No habrá incrédulos cuando “todo ojo le verá”. Entonces este mundo tendrá que dar cuenta de su menospreció de Dios. No habrá incrédulos cuando los muertos, resucitados para el juicio, comparecerán delante del gran trono de Apocalipsis capítulo 20. Ya no habrá incrédulos en el infierno. ¡Pero habrá, en aquel lugar tan terrible, el eterno pesar de haber menospreciado la gracia de Dios! Justamente esta gracia le es ofrecida hoy.

He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación
(2 Corintios 6:2)