Ciertos comentaristas han dado a estos capítulos las más fantasiosas interpretaciones, esforzándose particularmente en hacer corresponder las profecías con acontecimientos contemporáneos. Recordemos, pues, que toda esta tercera parte de la visión de Juan es futura. Concierne solamente al intervalo de algunos años que existirá entre la venida del Señor para buscar a su Iglesia y el comienzo de su reinado milenario.
La quinta trompeta, o el primer “ay”, libera del abismo a un enjambre de espantosas langostas, instrumentos directos de Satanás, las cuales infligen a los judíos impíos un tormento moral peor que la muerte. Con la sexta trompeta aparecen fantásticos caballos que escupen fuego, humo y azufre, y siembran la muerte a su paso. Sus jinetes llevan corazas (v. 9, 17), imagen de conciencias endurecidas (1 Timoteo 4:2). Al mismo tiempo, los aguijones y las colas semejantes a escorpiones (v. 10) o serpientes (v. 19) representan las doctrinas engañosas y envenenadas, pérfidas armas que Satanás empleará más que nunca (comp. Isaías 9:15).
El uso de la trompeta para anunciar esos juicios les da el carácter de advertencia para los hombres. Pero tan duros son los corazones que ni aun esos desastres sin precedente los conducirán a arrepentirse (v. 20-21).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"