Aquí empieza la tercera parte del libro, anunciada en el versículo 19 del primer capítulo. Desde luego, todos los detalles de la visión se deben comprender en un sentido simbólico. Es obvio que en el cielo no veremos un trono material; este es simplemente el emblema del gobierno real. Pero, la interpretación de esos símbolos de ninguna manera es dejada a nuestra imaginación; nos es dada por la misma Biblia en otros pasajes. (Aconsejamos la ayuda del libro titulado «Auxilio para el estudio del Apocalipsis», de H. R.).
Para contemplar “las cosas que sucederán después de éstas” (después de que la Iglesia haya sido arrebatada), el apóstol es invitado a subir al cielo. El creyente, para ver en su justa perspectiva los acontecimientos terrenales, debe considerarlos desde un punto de vista celestial, teniendo a Cristo como centro.
Según la promesa hecha a Filadelfia, los redimidos por el Señor serán guardados “de la hora de la prueba que ha de venir sobre la tierra”. Cuando esta prueba vaya a empezar para el mundo (cap. 6), los redimidos ya estarán reunidos en la gloria. Se hallan representados por los veinticuatro ancianos que se prosternan y echan sus coronas delante del trono. Celebran al Dios Creador, pero en el capítulo 5 adoran al Dios Redentor.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"