La ofrenda alzada (v. 1, V. M.) es una porción de territorio que quedará reservada a Jehová en la repartición del país. Los sacerdotes habitarán en ella (v. 4). Luego se delimitan las propiedades de los levitas, de la ciudad y del príncipe, porque Dios vigila para que no pueda haber más opresión ni injusticia en Israel (comp. v. 9; cap. 46:18).
El mismo nombre de ofrenda elevada (v. 13, V. M.) se aplica a los dones que los israelitas harán a Jehová proporcionalmente a la renta de sus campos y de sus rebaños (comp. Levítico 27:30). Como cristianos bajo la gracia, no estamos obligados a entregar una parte de lo que poseemos. ¿Tendremos por eso menos diligencia y liberalidad para destinar algo al servicio del Señor?
Los diferentes sacrificios ordenados en el Levítico se hallan de nuevo en los versículos 15 y 17. El holocausto nos recuerda que Cristo se ofreció a Dios en olor fragante (Efesios 5:2). La ofrenda vegetal (V. M.) habla de su vida de sufrimiento y abnegación. Con la ofrenda de paz podemos alimentarnos de Cristo y aseguramos todas nuestras bendiciones, las que así llegan a ser la base del culto. Finalmente, el sacrificio para hacer expiación presenta la santa Víctima enviada por Dios para ser la propiciación por nuestros pecados (1 Juan 2:2; 4:10).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"