En medio de esos juicios contra las naciones, Jehová cuida de intercalar unas palabras destinadas a tranquilizar al futuro remanente de Israel. De la misma manera, cuando el porvenir se ensombrece para el mundo, el hijo de Dios es invitado a no temer y a acordarse de su esperanza (2 Tesalonicenses 2:16-17).
En el capítulo 47 se condena a la Filistea. Sabemos que ese tradicional enemigo de Israel estaba ubicado dentro de sus fronteras, contrariamente a las otras naciones (Moab, Amón, Edom…) de las cuales se tratará en los capítulos siguientes. Si bien a veces ese pueblo fue tributario, en particular bajo el reinado de David (2 Samuel 8:1), Israel nunca pudo arrancarle ciudades como Gaza y Ascalón, las que formaban parte del territorio filisteo aun en tiempo de los más poderosos reyes de Israel. Como los filisteos tienen su origen en Egipto (Mizraim: Génesis 10:6, 13-14), nos hablan de los que dicen ser cristianos, los inconversos de este mundo, quienes toman lugar en el país de la bendición sin tener derecho a ello. Invocan privilegios cristianos sin tener la vida que da derecho a ellos; pretenden ser hijos de Dios pese a ser enemigos de su pueblo y de la verdad. Debemos tratarlos por lo que son en realidad y no hacerles ninguna concesión.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"