La gran comisión
Cuando Dios, desde lo alto del Sinaí, proclamó las duras exigencias del pacto de obras, se dirigió exclusivamente a un solo pueblo y en un solo idioma; su voz fue oída solamente dentro de los estrechos límites del pueblo judío (Éxodo 20). Pero cuando Cristo resucitado envió sus mensajeros de salvación, les dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15; compárese Lucas 3:6).
La obra de evangelización
«Necesitamos evangelistas; queremos evangelistas sinceros, fieles y de ancho corazón; hombres que conocen su trabajo, y que están decididos, por la gracia de Dios, a dedicarse con empeño a él, sin importar quién lo subestime. Dios ha dicho que los pies del evangelista son “hermosos” (Romanos 10:15). El cielo entero está interesado en la obra de evangelización; y nunca hemos conocido a un santo espiritual en la tierra que no estuviese interesado en esta obra... El evangelio de la gracia de Dios se dirige al hombre perdido, muerto en sus “delitos y pecados” (Efesios 2:1), y no hace ninguna diferencia entre judíos y gentiles.