1Al músico principal. Masquil de los hijos de Coré.
[1] Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado,
La obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos. 2
Tú con tu mano echaste las naciones, y los plantaste a ellos;
Afligiste a los pueblos, y los arrojaste. 3
Porque no se apoderaron de la tierra por su espada,
Ni su brazo los libró;
Sino tu diestra, y tu brazo, y la luz de tu rostro,
Porque te complaciste en ellos.4
Tú, oh Dios, eres mi rey;
Manda salvación a Jacob. 5
Por medio de ti sacudiremos a nuestros enemigos;
En tu nombre hollaremos a nuestros adversarios. 6
Porque no confiaré en mi arco,
Ni mi espada me salvará; 7
Pues tú nos has guardado de nuestros enemigos,
Y has avergonzado a los que nos aborrecían. 8
En Dios nos gloriaremos todo el tiempo,
Y para siempre alabaremos tu nombre. Selah9
Pero nos has desechado, y nos has hecho avergonzar;
Y no sales con nuestros ejércitos. 10
Nos hiciste retroceder delante del enemigo,
Y nos saquean para sí los que nos aborrecen. 11
Nos entregas como ovejas al matadero,
Y nos has esparcido entre las naciones. 12
Has vendido a tu pueblo de balde;
No exigiste ningún precio.13
Nos pones por afrenta de nuestros vecinos,
Por escarnio y por burla de los que nos rodean. 14
Nos pusiste por proverbio entre las naciones;
Todos al vernos menean la cabeza. 15
Cada día mi vergüenza está delante de mí,
Y la confusión de mi rostro me cubre, 16
Por la voz del que me vitupera y deshonra,
Por razón del enemigo y del vengativo.17
Todo esto nos ha venido, y no nos hemos olvidado de ti,
Y no hemos faltado a tu pacto. 18
No se ha vuelto atrás nuestro corazón,
Ni se han apartado de tus caminos nuestros pasos, 19
Para que nos quebrantases en el lugar de chacales,
Y nos cubrieses con sombra de muerte.20
Si nos hubiésemos olvidado del nombre de nuestro Dios,
O alzado nuestras manos a dios ajeno, 21
¿No demandaría Dios esto?
Porque él conoce los secretos del corazón. 22
Pero por causa de ti nos matan cada día;
Somos contados como ovejas para el matadero. 1 23
Despierta; ¿por qué duermes, Señor?
Despierta, no te alejes para siempre. 24
¿Por qué escondes tu rostro,
Y te olvidas de nuestra aflicción, y de la opresión nuestra? 25
Porque nuestra alma está agobiada hasta el polvo,
Y nuestro cuerpo está postrado hasta la tierra. 26
Levántate para ayudarnos,
Y redímenos por causa de tu misericordia.
[1] Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado,
La obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos. 2
Tú con tu mano echaste las naciones, y los plantaste a ellos;
Afligiste a los pueblos, y los arrojaste. 3
Porque no se apoderaron de la tierra por su espada,
Ni su brazo los libró;
Sino tu diestra, y tu brazo, y la luz de tu rostro,
Porque te complaciste en ellos.4
Tú, oh Dios, eres mi rey;
Manda salvación a Jacob. 5
Por medio de ti sacudiremos a nuestros enemigos;
En tu nombre hollaremos a nuestros adversarios. 6
Porque no confiaré en mi arco,
Ni mi espada me salvará; 7
Pues tú nos has guardado de nuestros enemigos,
Y has avergonzado a los que nos aborrecían. 8
En Dios nos gloriaremos todo el tiempo,
Y para siempre alabaremos tu nombre. Selah9
Pero nos has desechado, y nos has hecho avergonzar;
Y no sales con nuestros ejércitos. 10
Nos hiciste retroceder delante del enemigo,
Y nos saquean para sí los que nos aborrecen. 11
Nos entregas como ovejas al matadero,
Y nos has esparcido entre las naciones. 12
Has vendido a tu pueblo de balde;
No exigiste ningún precio.13
Nos pones por afrenta de nuestros vecinos,
Por escarnio y por burla de los que nos rodean. 14
Nos pusiste por proverbio entre las naciones;
Todos al vernos menean la cabeza. 15
Cada día mi vergüenza está delante de mí,
Y la confusión de mi rostro me cubre, 16
Por la voz del que me vitupera y deshonra,
Por razón del enemigo y del vengativo.17
Todo esto nos ha venido, y no nos hemos olvidado de ti,
Y no hemos faltado a tu pacto. 18
No se ha vuelto atrás nuestro corazón,
Ni se han apartado de tus caminos nuestros pasos, 19
Para que nos quebrantases en el lugar de chacales,
Y nos cubrieses con sombra de muerte.20
Si nos hubiésemos olvidado del nombre de nuestro Dios,
O alzado nuestras manos a dios ajeno, 21
¿No demandaría Dios esto?
Porque él conoce los secretos del corazón. 22
Pero por causa de ti nos matan cada día;
Somos contados como ovejas para el matadero. 1 23
Despierta; ¿por qué duermes, Señor?
Despierta, no te alejes para siempre. 24
¿Por qué escondes tu rostro,
Y te olvidas de nuestra aflicción, y de la opresión nuestra? 25
Porque nuestra alma está agobiada hasta el polvo,
Y nuestro cuerpo está postrado hasta la tierra. 26
Levántate para ayudarnos,
Y redímenos por causa de tu misericordia.
- 1Ro. 8.36.