El tema del juicio de Israel, desarrollado en los capítulos 1 a 12, termina con una espléndida visión del reinado del milenio. Y a su vez, esta segunda parte (cap. 13 a 27), que trata del castigo de las naciones, termina de la misma manera. Se canta un cántico del cual algunos versículos merecen ser subrayados especialmente en nuestra Biblia. Los versículos 3 y 4 del capítulo 26 han sostenido a muchos desalentados hijos de Dios (comp. Salmo 16:1). Los versículos 8 y 9 expresan los fervientes suspiros del fiel. El versículo 13 nos recuerda los vínculos de la esclavitud del pasado. Sí, conocemos por demás a esos otros señores: Satanás, el mundo y nuestras codicias. Han dominado sobre nosotros hasta que nos liberó el Señor, al que pertenecemos de ahí en adelante (2 Crónicas 12:8).
En el capítulo 27, el leviatán, figura del diablo (la serpiente antigua) está imposibilitado para dañar (Salmo 74:14; Apocalipsis 20:1-3). Luego, Israel es comparado con una viña nueva (comp. cap. 5). Produce, esta vez, ya no más uva silvestre sino el puro vino de un gozo sin par y llena la faz del mundo de frutos para la gloria de Dios, pues ya no son los malvados labradores quienes están encargados de ella. Dios mismo la cuida de noche y de día.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"