¿Quién es Aquel que viene?
El Señor Jesucristo, menospreciado, rechazado, crucificado sobra la tierra, pero a quien Dios resucitó de los muertos, es Aquel que ha de venir; él ha prometido volver. La Escritura es muy clara y positiva sobre ese hecho esencial; nos presenta, tanto las palabras del Señor mismo, como los testimonios reiterados del Espíritu Santo por medio de los escritores inspirados. Se le avisa al cristiano que en los últimos días habrán burladores que dirán: “¿Dónde está la promesa de su advenimiento?” (2 Pedro 2:3-4), pero el creyente puede finalmente descansar sobre la certera declaración de la Palabra que replica: “Por qué aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará” (Hebreos 10:37).
He aquí algunos pasajes que tratan de esta importante verdad: En Juan 14:2-3 el Señor dice: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.
En Hechos 1:10-11, cuando la ascensión del Señor, dos hombres vestidos de blanco que aparecen a los discípulos les dicen: “Este mismo Jesús que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir”. En su primera epístola a los Tesalonicenses escribe el apóstol Pablo: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo”
¿Cuándo vendrá el Señor?
Si el retorno del Señor es una cosa segura, el momento en el cual este hecho tendrá lugar es desconocido. Nadie sabe ni el día ni la hora, pero este acontecimiento está anunciado de tal manera que los hijos de Dios tendrían que estar continuamente en una actitud de espera. “El que viene”, ha declarado de una manera positiva, y varias veces, que viene pronto. Jesús dice a los suyos: “Velad, pues, porque no sabéis a que hora ha de venir vuestro Señor” (Mateo 24:42). “Y lo que a vosotros dijo, lo dijo a todos: Velad” (Mateo 25:13).
Tres veces encontramos la promesa en el Apocalipsis: “He aquí, yo vengo pronto”. Completamente al final del libro, el Señor acentúa esta promesa diciendo: “Ciertamente vengo en breve” (cap. 3:11; 22:7; 22:20).
¡Qué triste ver tantas almas dudar de esta verdad bendita y gloriosa, y otras negarla por completo como niegan muchos testimonios de las Escrituras en relación con ella!
¿Está el lector preparado para encontrar al Señor en cualquier momento que venga?
¿Cómo viene el Señor?
Hay muchos malentendidos en cuanto a la manera en que el Señor vendrá. Algunos hablan como si ya hubiese venido, porque Cristo mora en el corazón del creyente; otros aplican las declaraciones de las Escrituras concernientes al retorno del Señor a la muerte del creyente que se va para estar con Cristo. Es cierto que Cristo mora en el creyente y que el que se duerme en Él es ausente del cuerpo y presente en el Señor. Pero cada uno de estos hechos es completamente distinto de su venida.
El apóstol escribe en Filipenses 3:20-21: “Mas nuestra ciudadanía esta en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, el Señor Jesucristo; el cual transformara el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”. ¿Es cuando recibimos a Cristo en nuestro corazón o cuando nos dormimos en él que él viene a transformarnos a la semejanza de su cuerpo glorioso? No es necesario demostrar lo absurdo de tales interpretaciones.
Cuando recibimos a Cristo, nuestro cuerpo mortal no padece ningún cambio, y cuando un creyente muere, su cuerpo va a la corrupción. Pero cuando venga el Señor, los cuerpos de los que durmieron en él resucitarán primero, luego los cuerpos de los creyentes que viven serán cambiados, y todos juntos seremos hechos semejantes a su cuerpo glorioso.