¿A dónde va usted?

Nuestro tiempo en la tierra es corto. Cada año que termina, cada puesta del sol, cada tic, tac del reloj acortan nuestros días en la tierra y nos llevan pronto, silenciosamente y con seguridad hacia la eternidad. Pronto vendrá el momento que termina nuestras vidas en la tierra y comienza o un cántico en el cielo o los llantos en el infierno. Nuestro destino será sellado para siempre. La Palabra de Dios dice: “No sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” (Santiago 4:14).

Hoy todavía sus manos pueden trabajar, sus ojos mirar, su mente pensar, y usted está haciendo proyectos para el futuro. Mañana todo se habrá acabado. Usted habrá pasado a la eternidad. Dice la Biblia: “Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27).

Hágase sinceramente la pregunta siguiente: «¿Soy yo realmente preparado para la eternidad?» Dé a su conciencia el tiempo necesario para poder contestar, y no apague su voz. Imaginase el cielo y el infierno en toda su realidad. Uno de los dos será su casa definitiva, y hoy mismo usted tiene que elegir entre los dos. “Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Marcos 8:36).

¿Para qué vive usted? ¿A dónde va? ¿Ciertamente usted no desea encontrarse con Dios con un alma no salva, y perecer? ¿Cree usted realmente que Dios, siendo santo, le dará la entrada en el cielo con sus pecados? ¡Imposible! Dios dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3).

¿Usted ya ha nacido de nuevo? ¿Ya ha aceptado a Jesucristo como su Salvador? Jesús ha dicho: “Yo soy el camino y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).

Dios no quiere que usted muera en sus pecados y perezca para siempre, pues la Biblia dice: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9). “Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva” (Ezequiel 33:11).

Jesucristo, el propio Hijo de Dios, soportó la ira de Dios contra el pecado –¡Por usted!– El Justo sufrió por usted el injusto, para llevarle a Dios. Hoy él le ofrece el perdón completo y la vida eterna. Acéptele ahora tal como usted está, como un pecador condenado, y será salvo para la eternidad. Dígale (él puede oírle en todo lugar) como usted necesita y desea su perdón, y que usted desea entregarle el control de su vida.