No basta la sinceridad

¡Se puede estar sinceramente equivocado! – Era anhídrido carbónico en vez de oxígeno lo que se administró a un paciente en el estado de Nueva York, y la muerte casi instantánea resultó de ello.

La tragedia ocurrió mientras se estaba preparando al paciente para una operación menor. Un anestesista experto iba administrando una mezcla controlada de oxígeno y gas anestésico cuando la botella de oxígeno se agoto, y se le sustituyó por otra botella nueva marcada de “oxígeno”. Casi de inmediato, según el informe policial, el paciente murió. El cirujano de turno y los oficiales del hospital sospechaban de alguna clase de accidente y llamaron al médico forense. Una autopsia reveló envenenamiento por anhídrido carbónico. Al examinar la botella de “oxígeno”, se descubrió que esta contenía anhídrido carbónico. Se le había pegado una etiqueta equivocada antes de que llegase al hospital. Sé esta haciendo todo lo humanamente posible para descubrir como haya podido ocurrirse tan fatal error.

Sincero era el fabricante, sinceras eran las autoridades hospitalarias, sincero era el anestesista, sincero era el cirujano y desde luego sincero era el paciente. Nadie quería que ocurriera el accidente. Todos se equivocaron sinceramente acerca del “oxígeno”.

El incidente demuestra que nos basta la sinceridad. Hay un versículo de la Biblia que dice:

Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es caminos de muerte
(Proverbios 14:12).

Demasiada gente dice: “Con tal de ser yo sincero, todo se me arreglará bien al final”, pero está sinceramente equivocada. Uno debe tener una absoluta certeza respecto a los hechos eternos como también en lo que va de la salud. Demasiadas cosas llevan la falsa etiqueta de “Salvación”, “Perdón”, “Vida”, “Paz”, “Seguridad”, y “Satisfacción”. ¿Cómo puede uno tener absoluta certeza? Al tomar al Señor por su Palabra. El dice: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). “Y en ninguno otro hay salvación; porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos” (Hechos 4:12).