El estar libre de la ley y bajo la gracia no quiere decir libertinaje. El creyente no ha pasado de la ley a la licencia, ni a la anarquía. Hay un texto en 1 Corintios 9 donde el apóstol dice: “No estando yo sin la ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo”, lo que significa que la ley de Cristo está grabada en nuestros corazones. La nueva ley de Cristo es el amor divino incorporado en nuestra vida por el Espíritu Santo. Se llama también la ley de la libertad en contraste con la ley externa de Moisés.
Los mandamientos de Cristo no son gravosos, porque corresponden a los instintos de la nueva naturaleza del creyente. Una vida santa y una vida cristiana no es la simple conformidad con ciertas reglas externas, sino es el fruto natural de nuestra unión con Cristo. El verdadero carácter cristiano es como la hermosura de los lirios que ni trabajan ni hilan. No es el fruto de la represión, sino que es la expresión de la vida de Cristo en el individuo.