Ezequiel es llevado por el Espíritu de Dios a Tel-abib, en medio de los cautivos de su pueblo. Por boca de Jehová se entera de su afectación al puesto de centinela y de las consignas correspondientes a esa responsabilidad. Esas funciones exigirán una continua vigilancia y una rigurosa fidelidad en la transmisión de las advertencias divinas. Un centinela debe ser capaz de decir a todos cómo está la noche moral de este mundo (Isaías 21:11). Pero vemos que ya no se trata de provocar el despertar de la nación en su conjunto. El malo debe ser advertido; la responsabilidad de escuchar es individual. En cuanto a la responsabilidad del siervo, consiste en presentar la Palabra a todos, así “escuchen, o dejen de escuchar” (cap. 2:5, 7; 3:11, 27). A quienes Dios emplea, él no los juzga en función de los resultados que obtienen, como lo hacen los hombres, sino según la fidelidad de ellos (1 Corintios 4:2). No debemos desalentarnos, pues, si algunos «dejan de escuchar» la Palabra de vida que hemos podido presentarles. Queridos amigos, es muy solemne, en efecto, pensar que también cada creyente es puesto como centinela y que aquí abajo tiene el deber de dar testimonio acerca de su Señor. ¿Cómo lo cumplimos?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"