El aprender a conocemos es una obra muy desagradable, pero muy provechosa. Pedro fue zarandeado y tuvo que aprender que la confianza que había puesto en sí mismo era la primera causa de su caída. Pero el Señor, no solamente restauró su alma sino que hizo de él un conducto de bendición para otros. Es cuando realizamos nuestra incapacidad absoluta que podemos ser de ayuda a otros. “Apacienta mis ovejas”, te dijo el Señor a Pedro (Juan 21:17) cuando hubo aprendido, con lágrimas, que no podía confiar en sí mismo.
Simón Pedro
Aprender a conocerse