Siempre hay fuerza en mirar a Dios, pero si la mente se ocupa con su flaqueza en vez de echarla sobre Dios produce incredulidad. Dificultades pueden presentarse. Dios puede permitir que nos sobrevengan muchas cosas para enseñarnos nuestra debilidad, pero la sencilla senda de la fe es ir adelante, no ocupándonos de antemano con lo que tenemos que hacer, sino contando con la ayuda que necesitaremos y encontraremos cuando llegue el momento.
No le importaba a David si fuera el león, o el oso o ese gigante de los filisteos; le era todo lo mismo a él, porque en sí mismo era igualmente débil en la presencia del uno como del otro; pero seguía adelante tranquilamente haciendo su deber, tomándolo por cierto que Dios estaría con él.