Jactarse del día de mañana (v. 1) es disponer de él como si nos perteneciera: hacer proyectos firmes, contraer compromisos a término o salir fiador de alguien (v. 13). Volvamos a leer lo que nos dice Santiago a ese respecto (cap. 4:13-16). Por otra parte, este versículo 1 se dirige muy especialmente a los que difieren para más tarde la cuestión de su salvación. El apóstol Pabo les repite con insistencia:
He aquí el día de salvación
(2 Corintios 6:2)
(Es dulce poder contar con un amigo. Sus afectuosos consejos vienen de su corazón y alegran el nuestro (v. 9). Pero el verdadero amigo no es aquel que nos dice siempre palabras amables. Al contrario, sabrá dirigirnos una justa reprimenda, aun cuando nuestro orgullo se sintiera herido. Así es Jesús, el fiel Amigo. Nos ama demasiado para andarse con contemplaciones. A menudo los cirujanos están obligados a abrir profundas heridas para alcanzar los órganos internos y extirpar el mal. Ocurre lo mismo en el sentido espiritual. “Los azotes que hieren son medicina para el malo y el castigo purifica el corazón” (cap. 20:30). Sí, aceptemos sin murmurar esas necesarias heridas, reconociendo en ellas la dulce y segura mano de nuestro supremo Amigo.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"