Bildad significa «hijo de contención». ¡Es un nombre que él merece, en efecto! Pero ¿qué recomienda la Palabra?:
El siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen
(2 Timoteo 2:24-25).
Ninguno de los tres amigos ha manifestado estos caracteres. Sabían formular preguntas, pero eran incapaces de responderlas; podían herir, pero no curar; derribar, pero no edificar. Después de un breve discurso de Bildad, callan definitivamente. Ni aun participó Zofar en ese tercer debate. Las más severas palabras no han conseguido producir en Job una verdadera convicción de pecado. Cuanto más ha sido acusado, tanto más ha sentido la necesidad de justificarse. Esa convicción de pecado, solo el Espíritu de Dios puede obrarla en una conciencia. ¿La produjo en la del lector?
El corazón de Job tampoco ha sido tocado por una verdadera palabra de consuelo. Y pensamos en esta exclamación del más grande de los afligidos: “Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo; y consoladores, y ninguno hallé” (Salmo 69:20).
Lejos de apaciguar al pobre Job y de ayudarle mediante un sabio consejo (cap. 26:2-3), las palabras de sus amigos lo han excitado en extremo. Y ahora se lanza a un largo y desolador monólogo.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"