El cristiano y el trabajo (2 meses)

En todo el mundo, los creyentes deben enfrentarse al trabajo profesional. La cuestión del trabajo a menudo produce grandes tensiones. La presión económica exige cada vez más formación y más rendimiento laboral. Y el enemigo aprovecha para atraer toda nuestra atención hacia las actividades terrenales, aunque sean legítimas. Quizás usted esté buscando un trabajo, o deba tomar decisiones sobre su formación profesional. O tal vez, al contrario, su jefe le proponga un ascenso en su carrera, y tenga largas jornadas laborales que le impiden leer la Palabra y tener momentos de comunión con el Señor diariamente. Tal vez desee salir del miserable ambiente laboral con sus actuales compañeros, o se pregunte si el esfuerzo hecho en el trabajo realmente tiene cabida en la vida de fe...

¿Qué piensa Dios sobre el trabajo profesional? ¿Qué lugar ocupa el trabajo en nuestras vidas? ¿Cómo debemos comportarnos en el trabajo? Aquí queremos señalar algunas respuestas que la Palabra de Dios nos da. Estas nos ayudarán a discernir el camino, según el pensamiento de Dios, en nuestras circunstancias profesionales concretas.

El trabajo, ¿una maldición o una bendición?

El punto de vista del mundo

“Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu. Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí” (Eclesiastés 2:17-18).

El libro del Eclesiastés presenta la visión del mundo sobre lo que sucede debajo del sol. Estos versículos se aplican especialmente al trabajo.

El punto de vista de Dios

Por parte de Dios, tanto el trabajo intelectual (Génesis 2:19 –poner nombre a los animales) como el físico (Génesis 2:15 –cultivar y cuidar el huerto) fueron instituidos en el huerto del Edén y son, por lo tanto, una bendición. La Palabra dice que el dolor experimentado en el trabajo es una consecuencia del pecado: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:19).

¿Qué trabajo debe elegir un cristiano?

Formarse es conforme a la Palabra

La formación es una base necesaria para llevar una vida familiar cristiana: “Prepara tus labores fuera, y disponlas en tus campos, y después edificarás tu casa” (Proverbios 24:27). Si es posible, vale la pena tener una formación sólida en la juventud, que será un fundamento para toda nuestra vida. El ejemplo de los padres también es fundamental para los hijos: lo que un niño aprende del padre y de la madre le será muy útil durante toda su vida.

Dios nos aconseja en la elección de la profesión

“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos” (Salmo 32:8). Manoa preguntó al ángel: “Cuando tus palabras se cumplan, ¿cómo debe ser la manera de vivir del niño, y qué debemos hacer con él?” (Jueces 13:12). Expongamos nuestra situación a Dios y esperemos su ayuda.

Tanto el trabajo manual como el intellectual puede hacerse para el Señor

Aquila fue útil a Pablo: “Como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas” (Hechos 18:3). Las habilidades de Apolos fueron utilizadas para el Señor: “Llegó entonces a Éfeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras” (Hechos 18:24).

¿Por qué deben trabajar los cristianos?

Para ser preservados del pecado

El trabajo protege al cristiano del pecado. Dios condena la ociosidad. “Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio” (Proverbios 6:6). “La mano negligente empobrece; mas la mano de los diligentes enriquece” (Proverbios 10:4). “Ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros” (2 Tesalonicenses 3:8). La Palabra de Dios nos muestra un ejemplo de ociosidad y sus tristes consecuencias: “Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa…” (2 Samuel 11:2).

Para satisfacer sus propias necesidades

El cristiano debe trabajar para ganar su propio sustento. Pablo dice a los tesalonicenses: “Que procuréis… ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que… no tengáis necesidad de nada” (1 Tesalonicenses 4:11-12).

Para ayudar a otros

Con el fruto de su trabajo, un cristiano debe sostener primeramente:

1. A su esposa: “Nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia” (Efesios 5:29). El hombre y su mujer son una sola carne.

2. A su familia: “Si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo” (1 Timoteo 5:8).

3. A sus padres: “Aprendan estos primero a ser piadosos para con su propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios” (1 Timoteo 5:4).

Para apoyar la obra del Señor

El cristiano es exhortado a utilizar parte de sus ingresos para apoyar la obra del Señor.

1. Por amor hacia el necesitado: “De hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios” (Hebreos 13:16). “Para que tenga qué compartir con el que padece necesidad” (Efesios 4:28).

2. Para ayudar a quienes enseñan la Palabra, según Gálatas 6:6: “El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye”.

Para tener buen testimonio ante el mundo

Trabajando con sus propias manos, el cristiano es un buen ejemplo para los que lo rodean: “A fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera” (1 Tesalonicenses 4:12).

Prepararse para ser empleado por el Señor en su obra

El que se capacita primero en su trabajo profesional, también podrá trabajar en la obra del Señor. Moisés cuidó los rebaños de su suegro durante cuarenta años; David cuidó las ovejas y las protegió del león y del oso. Estos hombres fueron diligentes en su trabajo, y luego Dios los sacó de su actividad inicial y los utilizó para su servicio. La Biblia nos muestra otros ejemplos, como el de Lucas, “el médico amado” (Colosenses 4:14), quien también se capacitó en su trabajo profesional, o el de Eliseo, “que araba con doce yuntas” de bueyes en el momento de ser llamado al servicio del Señor (1 Reyes 19:19).

¿Cómo debe trabajar un cristiano?

Como para el Señor, y no para los hombres

“Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:23). “Sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres” (Efesios 6:7). Este principio puede protegernos del desánimo frente a un jefe difícil. Por otra parte, evita involucrarse demasiado en una empresa.

Con honestidad y esmero

“Andemos como de día, honestamente… no en contiendas y envidia” (Romanos 13:13). “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios” (Efesios 5:15).

Sosegadamente

“Mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan” (2 Tesalonicenses 3:12). “Sosegadamente” tiene aquí el significado de constancia, perseverancia, pero sin buscar riquezas ni fama: “No te afanes por hacerte rico; sé prudente, y desiste” (Proverbios 23:4).

“¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará; no estará delante de los de baja condición” (Proverbios 22:29). En Daniel hallamos un ejemplo positivo, y en Joab uno negativo. Daniel no buscó una alta posición en Babilonia, sino que la recibió debido a sus capacidades; en cambio Joab siempre buscó su propio interés.

Obedeciendo a los superiores, no contradiciéndolos, ni sirviendo al ojo solamente

“Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales” (Colosenses 3:22). “Todos los que están bajo el yugo de esclavitud, tengan a sus amos por dignos de todo honor” (1 Timoteo 6:1); debemos hacer todo lo posible para honrar a nuestro jefe: no ser contenciosos, evitar las críticas y las reivindicaciones: “Que no sean respondones” (Tito 2:9). Tampoco debemos obedecer solo bajo sus miradas: “No sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios” (Colosenses 3:22).

¿Cuánto tiempo debe trabajar un cristiano?

Mientras no descuide su vida espiritual

“Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud” (Mateo 5:15).

“Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos” (1 Timoteo 4:15).

El cristiano debe esmerarse y ser persistente en su trabajo. “Entró, pues, y está desde por la mañana hasta ahora, sin descansar ni aun por un momento” (Rut 2:7).

Éxito en el trabajo

Dios ayuda al cristiano en su trabajo

El éxito viene de Dios. “La bendición del Señor es la que enriquece, y no añade tristeza con ella” (Proverbios 10:22).

También es posible que, a pesar de todo nuestro esfuerzo, no tengamos éxito. Entonces decimos al Señor: “Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas” (Isaías 49:4). Sin embargo, que tengamos éxito o no, siempre podemos contar con la ayuda del Señor: “Su Dios le instruye, y le enseña lo recto” (Isaías 28:26).

A Dios le agrada que hagamos el trabajo lo mejor posible

La Palabra nos habla de reflexionar en cuanto a la mejor manera de hacer una tarea para optimizar el resultado. “Si se embotare el hierro, y su filo no fuere amolado, hay que añadir entonces más fuerza; pero la sabiduría es provechosa para dirigir” (Eclesiastés 10:10). Ella habla positivamente de hacer bien el trabajo. “Y cuando se edificó la casa, la fabricaron de piedras que traían ya acabadas, de tal manera que cuando la edificaban, ni martillos ni hachas se oyeron en la casa, ni ningún otro instrumento de hierro” (1 Reyes 6:7).

¿Cuánto debe ganar un cristiano?

Lo justo

“El obrero es digno de su salario” (Lucas 10:7; 1 Timoteo 5:18). A los ojos de Dios, es justo recibir una remuneración por el trabajo hecho.

No ser ambicioso

La satisfacción es un principio cristiano. “Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento” (1 Timoteo 6:6).

“Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza” (Proverbios 11:24).

¿Qué hace un cristiano en su tiempo libre?

El tiempo libre es un regalo del Señor

Jesús dijo a sus discípulos: “Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco” (Marcos 6:31). “¿Cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:32).

El cristiano no tiene un verdadero descanso en la tierra

El descanso terrenal siempre tiene sus límites: “Eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer” (Marcos 6:31). En el cielo podremos descansar eternamente; mientras estemos en la tierra, debemos trabajar. Consideremos al Maestro divino: “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar” (Juan 9:4).

Conclusión

Dejemos que la Palabra y el Espíritu de Dios formen nuestros pensamientos sobre el trabajo. Pidamos a Dios sabiduría para discernir cómo debemos comportarnos en el trabajo, cuánto esfuerzo y tiempo debemos invertir en él. Que los intereses de nuestro Señor sean preciosos para nuestros corazones y se antepongan a los nuestros. “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6:24).

Basado en una meditación de Chr. Graf, Persévère