1. Estar seguros de su salvación
Su única base es la Palabra de Dios; por ello es conveniente memorizar versículos que le refuercen su salvación, por ejemplo: Juan 1:12; 3:16; 5:24. Esto lo librará de las dudas. El diablo tuvo que huir cuando el Señor Jesucristo le dijo: “Escrito está” (Lucas 4:12).
2. Confesar al Señor
“Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9). “El que se avergonzare de mí y de mis palabras, de este se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria” (Lucas 9:26).
3. Orar
Cultive la oración. El Señor Jesús se retiró muchas veces para orar; y el creyente que quiera ser usado en el servicio del Señor tendrá que hacer lo mismo. Recuerde que no hay nada demasiado pequeño para ponerlo en las manos de Dios. Jesús dijo que ni un pajarillo cae a tierra sin que nuestro Padre lo sepa, y que todos nuestros cabellos están contados (Mateo 10:29-30). Esto muestra que Dios sabe todo lo que pasa en nuestras vidas. Puede ser de ayuda y fortaleza espiritual anotar la fecha en que las peticiones fueron presentadas al Señor, y luego cuando fueron respondidas.
4. Estudiar la Palabra de Dios
“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de que avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15). En primer lugar, es importante tener un buen conocimiento de la Palabra, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. La Biblia se divide en varias partes. Estúdiela por temas. Los comentarios bíblicos y la concordancia son de gran ayuda. Recuerde que las palabras de este Libro proceden de la boca de Dios mismo, y están dirigidas a cada uno de nosotros.
5. Anunciar la muerte del Señor y adorar
Sin duda alguna, cada cristiano debe adorar individualmente. ¿Cómo podremos contemplar la obra del Señor Jesús, el amor y la bondad del Padre, sin dar gracias y alabar? Estas cosas se hacen en conjunto con todos los hijos de Dios, lo cual nos conduce espontáneamente a adorar en común. Somos más guiados a adorar cuando estamos reunidos para anunciar la muerte del Señor Jesús. Tomamos el pan y la copa de su mano. Vemos al Señor en la perfección de su obra y de su amor. Mirando al Cordero inmolado, en el cielo, somos conducidos a cantarle y adorarle (Apocalipsis 5).
¿Conoce personalmente, por experiencia, esta adoración? No se trata de ningún asunto intelectual… Es la respuesta de corazones que aman al Padre –quien dio a su Hijo unigénito para que muriera en la cruz– y piensan en el Salvador, el Hijo de Dios, quien los amó y se dio a sí mismo por ellos.
6. Ganar almas para el Señor
“El que gana almas es sabio” (Proverbios 11:30). Esfuércese para alcanzar este objetivo tan grande. El que ha tenido el gozo de conducir un alma al Señor deseará ganar cada vez más almas para él. “Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres” (Marcos 1:17). Pedro lo aprendió muy bien, de tal manera que el día de Pentecostés fue el instrumento del Señor para guiar tres mil personas al Señor (Hechos 2:41).
7. Buscar por compañeros solo a verdaderos creyentes
“No os unáis en yugo desigual con los incrédulos” (2 Corintios 6:14). Nunca se insistirá demasiado en esta recomendación. Sea en la vida conyugal, social o laboral, la Palabra de Dios prohíbe claramente al creyente unirse o hacer alianzas con los incrédulos. “¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4:4).
Si un hombre o una mujer se convierte al Señor estando casado, debe orar y esperar en el Señor para que su cónyuge también se convierta. Pero si un creyente se casa con un incrédulo, rara vez el marido o la esposa incrédulo se convierte. No podemos desobedecer la Palabra de Dios y esperar la bendición.
8. “Absteneos de toda especie de mal” (1 Tesalonicenses 5:22)
Evite cuidadosamente toda clase de pecados y vicios. Ni por curiosidad eche una mirada a las cosas prohibidas. Cierre los ojos y los oídos a todo lo que Dios aborrece. Nunca lea libros malsanos, ni participe en conversaciones dudosas. Aparte la vista de películas y videos nocivos. Si se deja llevar por estas cosas, pronto perderá el gusto por la Palabra de Dios. Evite a toda costa cualquier impureza (vea Génesis 39:9).
9. Dar generosamente para la obra del Señor
Recuerde que somos administradores, y no dueños. A los administradores siempre se les exige fidelidad. Se acerca el día cuando el verdadero propietario pedirá cuentas a sus siervos (Mateo 25:19). Intente que su aporte económico sea empleado para presentar el mensaje de salvación al mundo perdido, para poner a las almas en contacto con el único Salvador, antes que para fines puramente humanitarios o filantrópicos.
10. Pensar en el retorno del Señor
Tenga presente siempre la esperanza gloriosa de la inminente venida de nuestro Señor Jesucristo (1 Tesalonicenses 4:16-18), y anímese con estas palabras: “Todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (cap. 5:23).