Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese
(1 Pedro 4:12).
El creyente que desea servir al Señor encontrará oposición. Por un lado, hay oposición del mundo, y por el otro –desgraciadamente–, la resistencia de algunos de entre el pueblo de Dios. En este artículo deseamos ver algunos pasajes bíblicos que muestran esta oposición a los que servían a Dios. Esto debe llamar nuestra atención sobre el gran peligro de ser un obstáculo para los demás.
Oposición por parte del mundo
No debe sorprendernos que la gente de este mundo ponga obstáculos a los creyentes en su servicio a Dios: “A estos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan” (1 Pedro 4:4). Los incrédulos pueden ser parte de los adversarios (Tito 2:8); su objetivo es obstaculizar el trabajo para el reino y la casa de Dios. Los judíos incrédulos impidieron al apóstol Pablo “hablar a los gentiles para que estos se salven” (1 Tesalonicenses 2:16).
El Antiguo Testamento no habla del sistema maligno del «mundo», pero sí muestra que los enemigos se oponían al pueblo terrenal de Dios para que no sirviesen a su Dios. Cuando el templo de Jerusalén iba a ser reconstruido con autorización del rey persa de la época, los enemigos de los judíos “fueron apresuradamente a Jerusalén a los judíos, y les hicieron cesar con poder y violencia. Entonces cesó la obra de la casa de Dios que estaba en Jerusalén” (Esdras 4:23-24).
Oposición por parte de los creyentes
Los siervos de Dios también hallan oposición en «sus propias filas». A veces hay creyentes que ponen trabas a la obra de Dios:
- Tratan de impedir a los que hablan por el poder del Espíritu: Un joven dijo a Moisés que Eldad y Medad profetizaban en el campamento. Josué, ayudante de Moisés, clamó asustado: “Señor mío Moisés, impídelos”. Pero Moisés respondió: “¿Tienes tú celos por mí? Ojalá todo el pueblo del Señor fuese profeta, y que el Señor pusiera su espíritu sobre ellos” (Números 11:27-29).
- Reprenden a los que llevan niños al Señor Jesús: Esto fue lo que los discípulos de Jesús hicieron (Mateo 19:13-14; Marcos 10:13-14). Tal vez pensaron que ocuparse de los niños era demasiado insignificante, y querían ahorrar este trabajo a su Maestro. Pero el Señor respondió: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis”.
- Prohíben a otros trabajar en el nombre del Señor: Los discípulos de Jesús impidieron a otro discípulo expulsar demonios, porque no los seguía (Marcos 9:38). Ellos, que poco antes habían fracasado en echar fuera un demonio (v. 18), ¡prohibieron a otro precisamente eso!
Juan le dijo: “Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía. Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí. Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es” (v. 38-40).
- Se oponen a los que quieren recibir a los hermanos: Diótrefes, envanecido, no recibió a los hermanos que habían salido por el nombre del Señor Jesús, impidió a los que querían recibirlos y los expulsó de la congregación (3 Juan 7-10).
Cuando analizamos estos pasajes bíblicos, vemos que el que se opone a los que sirven realmente al Señor e impide su servicio poniéndole piedras en el camino, está especialmente celoso por su propio honor o por el de otra persona. En verdad no está preocupado por la gloria del Señor. Debemos considerar esto con cuidado.
Por supuesto, si un presunto servicio para el Señor va en la dirección equivocada, o incluso es nocivo para el pueblo de Dios, entonces es necesario amonestar, reprender y, en ciertos casos, disciplinar.
Apoyo en lugar de oposición
También deseamos referirnos brevemente al lado positivo: el apoyo a los siervos de Dios. Es preciso dejar libertad en cuanto al servicio para el Señor (ver 1 Corintios 14:39) y apoyar a los buenos siervos. Nuestro lema debe ser:
- No luchar contra los otros, sino combatir juntos (Filipenses 4:3);
- No hablar del otro, sino orar los unos por los otros (Romanos 15:30);
- No menospreciar a alguien para exaltarnos a nosotros mismos.
Siempre seamos movidos por el anhelo de que solo el Señor sea engrandecido, por quien sea. Fortalezcamos las manos de los siervos de Cristo y, de rodillas, oremos por ellos.
Resumen
Los siervos de Dios encuentran mucha oposición en este mundo. Por un lado, los incrédulos se oponen a su trabajo, y por el otro, a veces un fuerte viento de rechazo sopla desde los mismos cristianos, brotando de la envidia y el egoísmo. Sin embargo, no debemos «poner freno» a un verdadero servicio para Dios, sino más bien, si es posible, apoyar y promover el trabajo de los verdaderos soldados “de Jesucristo”, y animarlos.
G. Setzer
El ejemplo de Gayo
“Amado, fielmente te conduces cuando prestas algún servicio a los hermanos, especialmente a los desconocidos, los cuales han dado ante la iglesia testimonio de tu amor; y harás bien en encaminarlos como es digno de su servicio a Dios, para que continúen su viaje. Porque ellos salieron por amor del nombre de él, sin aceptar nada de los gentiles. Nosotros, pues, debemos acoger a tales personas, para que cooperemos con la verdad” (3 Juan 5-8).