Las decepciones de la vida no son, en realidad, otra cosa que los decretos del amor: «Hoy tengo algo que enseñarte», dice el Señor a cada uno de sus redimidos afligidos. «Te lo diré suavemente al oído para que las tempestades que te sobrevengan no te atemoricen, y para que las espinas sobre las cuales tienes que andar te hagan menos daño. Es una frase corta: déjala penetrar hasta lo más profundo de tu corazón, a fin de que te sirva de almohada para tu cabeza cansada: “Esto lo he hecho yo”».
«¿Has pensado alguna vez que todo lo que te concierne me concierne a mí también? “El que os toca, toca a la niña de su ojo” (Zacarías 2:8). “A mis ojos fuiste de gran estima… y yo te amé” (Isaías 43:4). Por eso me complazco en formarte. Cuando la tentación te ataque y el enemigo venga “como río” (Isaías 59:19), quiero manifestarte que “esto lo he hecho yo”. Yo dirijo todas tus circunstancias. No estás por casualidad en el lugar en donde te encuentras, sino porque ése es el sitio que yo he escogido para ti».
«Como no has llegado a ser humilde, te he puesto en la escuela donde se aprende esta lección. Por medio de lo que te rodea y de las personas que te acompañan mi voluntad ha de realizarse en ti. ¿Tienes dificultades materiales? ¿Te cuesta vivir con lo que tienes? “Esto lo he hecho yo”, porque yo soy quien posee todas las cosas. Quiero que recibas todo de mi mano y que dependas enteramente de mí.
Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria
(Filipenses 4:19).
Pon a prueba mis promesas y que no se pueda decir de ti como fue dicho de Israel en el desierto: “Aun con esto no creíste a Jehová vuestro Dios”».
«¿Atraviesas oscuras aflicciones? “Esto lo he hecho yo”. Yo, que fui “varón de dolores, experimentado en quebranto” (Isaías 53:3), te he dejado sin sostén humano para que, viniendo a mí, conozcas “consolación eterna” (2 Tesalonicenses 2:16-17). ¿Un amigo a quien solías abrir tu corazón te ha decepcionado? “Esto lo he hecho yo”. He permitido esta decepción para que aprendas que yo, Jesús, soy tu mejor Amigo. Yo soy quien te guarda para que no caigas, quien sostiene tu alma en sus luchas. Yo soy tu escudo, tu victoria. Quiero ser tu Confidente, tu Pastor, tu Guía».
«¿Alguien te ha calumniado? Deja que me ocupe de esto y ven a refugiarte bajo la sombra de mis alas, “a cubierto de contención de lenguas” (Salmo 31:20). Haré manifestar “tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía” (Salmo 37:6). ¿Se han trastornado tus proyectos? ¿Estás decaído y cansado? “Esto lo he hecho yo”. Has hecho planes, y luego me has pedido que los bendiga, mientras yo quería prepararlos para ti y tomar la responsabilidad, “porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo” (Éxodo 18:18). No eres más que un instrumento y no el que lo utiliza».
«¿Deseabas con ardor hacer alguna obra importante para mí, y en vez de poder realizarla, has caído en un lecho de dolor e impotencia? “Esto lo he hecho yo”. Mientras estabas tan activo no podía llamar tu atención. Ahora quiero enseñarte algunas de mis lecciones más profundas. Solamente los que han aprendido a esperar con paciencia pueden servirme. Mis obreros más eficaces son algunas veces los que han sido obligados a dejar un servicio activo, para que aprendan a manejar el arma de la oración. ¿Has sido súbitamente llamado a ocupar un puesto difícil y lleno de responsabilidad? Sigue adelante, contando conmigo. Si te confío este puesto importante es para hacerte experimentar la verdad de mi Palabra: “Te bendecirá Jehová tu Dios en todos tus hechos, y en todo lo que emprendas” (Deuteronomio 15:10)».
«Hoy pongo en tus manos “un poco de aceite en una vasija” y “un puñado de harina” (1 Reyes 17:12) para que los utilices sin temor. Que todas las circunstancias que se presenten en tu camino, toda palabra ingrata que hiera tu oído, cada contratiempo que debilite tu paciencia y toda manifestación de tu propia flaqueza te encuentren bien provisto de estos recursos divinos. Recuerda que todas estas pruebas forman parte de la educación del Padre. Las heridas que causan se sanarán más rápidamente a medida que aprendas a verme a mí en todo lo que te ocurre. Porque “por todas estas cosas los hombres vivirán, y en todas ellas está la vida de mi espíritu” (Isaías 38:16). “Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies… Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:12-14). “Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo os testifico hoy” (Deuteronomio 32:46)».
Cuando echamos un vistazo a nuestra vida pasada, no podemos hacer otra cosa que bendecir al Señor por todas las pruebas que nos han sobrevenido.
El orgullo y la resistencia estoica al sufrimiento no nos conviene. No es así cómo nuestras almas son llevadas a Dios, sino todo lo contrario, pues de esta manera se mantienen distanciadas de Él. Cuando el dolor es intenso, nos ofrece una intimidad profunda con Él, quien tiene el poder para socorrernos. Entonces encontramos verdaderamente nuestra bendición en Dios.
Vendrá un tiempo en el cual todos nuestros sufrimientos llegarán a su fin, pero nuestro Amigo permanecerá. Hemos comprobado que Su amor nunca falla. Ha estado con nosotros en las angustias más profundas de nuestros corazones, y quiere hacernos compartir su gozo para siempre.
J. N. Darby