Lo que Dios aborrece

Reflexionemos brevemente sobre “seis cosas [que] aborrece Jehová, y aun siete [que] abomina su alma:

  1. los ojos altivos,
  2. la lengua mentirosa,
  3. las manos derramadoras de sangre inocente,
  4. el corazón que maquina pensamientos inicuos,
  5. los pies presurosos para correr al mal,
  6. el testigo falso que habla mentiras,
  7. y el que siembra discordia entre hermanos”.

Proverbios 6:16-19

Cuando la Biblia hace enumeraciones, debemos deducir que estas siempre contienen enseñanzas importantes, aunque estas listas no son completas. Además de las descritas en Proverbios 6, por cierto existen más cosas que Dios aborrece. Pero las mencionadas aquí contienen ciertas características que nos ayudan a reconocer lo que Dios condena y que nosotros también deberíamos aborrecer.

El pecado en todos los ámbitos

¿Qué formas, características o áreas del pecado se mencionan en esta lista? Se habla, por ejemplo, de “ojos altivos” (1), expresión del orgullo y de la arrogancia, que a su vez reflejan nuestra actitud interior.

Otras áreas en las que se pueden esconder cosas que desagradan a Dios:

  • nuestros pensamientos: “el corazón que maquina pensamientos inicuos” (4),
  • nuestras palabras: “la lengua mentirosa” (2) y “el testigo falso que habla mentiras” (6);
  • nuestros hechos: “las manos derramadoras de sangre inocente” (3);
  •  nuestros anhelos: “los pies presurosos para correr al mal” (5);
  • nuestra influencia: “el que siembra discordia entre hermanos” (7).

Debemos vigilar cada una de estas áreas para que nada malo anide en nuestra vida.

¿Todos los pecados son iguales?

Si comparamos las siete cosas que Dios aborrece, podemos preguntarnos si hay alguna diferencia entre ellas o si todas son igual de malas. Alguien podría decir: «Para Dios no existe pecado pequeño y pecado grande, para él todos los pecados son iguales». Pero también es verdad que Dios diferencia los pecados grandes; varias veces la Palabra de Dios habla de ellos, por ejemplo:

  • Cuando en la ausencia de Moisés el pueblo de Israel hizo un becerro de oro y lo adoró, Moisés clamó ante Dios: “Este pueblo ha cometido un gran pecado” (Éxodo 32:31).
  • Cuando Samuel era niño, las circunstancias en Silo eran lamentables, y Dios sentenció: “Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová” (1 Samuel 2:17).

Dios no juzga ni valora siempre por igual los pecados, no generaliza. Él considera la circunstancia o el modo en que se cometió un pecado, y el tipo de pecado. Por ejemplo, se puede cometer adulterio en el corazón (Mateo 5:28) o de hecho (Levítico 20:10). El que cometió adulterio en su corazón debe confesarlo a Dios; pero si este adulterio se convierte en hechos, entonces el pecado es más grave, pues significa que los malos pensamientos y deseos en general no fueron condenados durante cierto tiempo, de manera que lo malo se arraigó en el corazón. “Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado” (Santiago 1:14-15).

Dios aborrece todo pecado

Dios aborrece los pecados mencionados en Proverbios 6. En este sentido todos son iguales. Aquí no se habla de las consecuencias de los pecados o de las diferentes circunstancias en las cuales tienen lugar. Quizás en esta lista no hubiéramos mencionado los ojos altivos (1) o el que siembra discordia entre hermanos (7), porque esto no nos parece tan aborrecible, si lo comparamos con pecados tan graves como el derramar sangre inocente (3). Pero no nos dejemos engañar por las normas y estándares de este mundo. Dios también aborrece los ojos altivos; en otra parte del libro de los Proverbios dice: “Abominación es a Jehová todo altivo de corazón” (cap. 16:5). ¡Sí, el orgullo es muy grave ante los ojos de Dios! El altivo tiene a Dios en contra: “Dios resiste a los soberbios”; esta expresión aparece dos veces en el Nuevo Testamento (Santiago 4:6; 1 Pedro 5:5).

Reflexionemos sobre la lista de Proverbios 6 y examinemos nuestras motivaciones, pensamientos, palabras y hechos: ¿he tolerado algo que Dios aborrece?

Sembrar discordia entre hermanos

Volvamos al último punto de nuestra lista: sembrar discordia. Representa una clase de clímax en el que Dios quiere que nos fijemos, porque aquí se usa un estilo de la poesía hebrea. Dice: “Seis cosas… y aun siete…”. En la segunda cifra se destaca el último punto.

Dios quiere advertirnos sobre aquellos que siembran discordia, y tiene un buen motivo para ello. El contexto deja claro que los siete puntos ya se nombraron anteriormente de algún modo. Dios considera claramente como un “hombre malo” al que anda en “perversidad de boca”, al que maquina maldad y siembra discordia (v. 12-15).

Sembrar discordia entre hermanos es un pecado grave delante de Dios. En el Nuevo Testamento las disensiones son contadas como obras de la carne (Gálatas 5:20). La discordia actúa contra la unidad y la comunión que el Espíritu Santo ha logrado, por eso no debería presentarse entre los hijos de Dios. El que siembra discordia y divide a los hermanos, al fin y al cabo apoya la obra del diablo.

Falta un miembro

Para terminar, fijémonos brevemente qué miembros u órganos aparecen en nuestra lista: los ojos (1), la lengua (2), las manos (3), el corazón (4) y los pies (5). ¿Qué miembro falta? Los cinco primeros capítulos de Proverbios lo mencionan a menudo: el oído. Es un miembro muy importante en el creyente; Dios se alegra del “oído que oye” (Proverbios 20:12; 25:12). ¡Oigamos, pues, las exhortaciones de Proverbios 6!

Resumen

Hoy día no es común llamar malo a lo malo y alejarse de ello, pero el que lo hace tiene la aprobación de Dios. Cuando aborrecemos lo que Dios aborrece, y amamos lo que él ama, andamos en sus caminos. De este modo Dios será honrado y nosotros seremos bendecidos.

H. Mohncke